martes, 27 de diciembre de 2011

Taj Gibson, un valor seguro en la bolsa de Chicago


El número 22 de los Bulls podría ser un bono de alta rentabilidad en caso de ampliar su participación en los activos de la franquicia. Su calidad, su intensidad defensiva, sus fundamentos y su compromiso con la causa colocarían a Taj Gibson en el cinco de partida en no pocos equipos de la Liga. Sin embargo, la firma de Carlos Boozer por los toros el año pasado cerró el camino de la titularidad para este ala pívot procedente de los Trojans de USC, llegado a las filas de la Windy City desde la posición número 26 de la primera ronda del draft del año 2009.

Pero la inversión del alero de Duke no ha salido todo lo bien que indicaba la bolsa de la NBA. La cada vez mayor proximidad del rendimiento de C-Booz al de una subprime desde su fichaje por Chicago debería conceder alguna oportunidad a un jugador, Gibson, que no para de crecer dentro del equipo. El rendimiento durante su primer año y la lesión del propio Boozer, que le hizo perder dos meses de competición, debería ser aval suficiente para poder, al menos, aportar aire fresco a la posición de 4 desde el inicio.

Gibson tiene la buena capacidad de conectar con el plan de negocio del coach principal, Tom Thibodeau. Obseso de la defensa, Gibson aporta mucho más en la intimidación y la dureza que el timorato exjugador de Utah Jazz, a menudo demasiado dadivoso en cuanto a conceder espacio para el lanzamiento a aleros de buen tiro. Nunca se caracterizó Boozer por ser un jugador duro, pero en Chicago ha aumentado su tendencia a la deflación en cuanto al valor de su juego cerca de la canasta propia. Por lo contrario, Gibs ha situado su gráfica en ascenso en cuanto a la plusvalía en la zaga.

El 22 de los Bulls ha evolucionado asimismo en la ofensiva, donde se maneja correctamente en la media distancia, ya que posee un buen lanzamiento de cinco metros. Quizás no tan efectivo como el de su rival por el quinteto inicial, pero está en posesión de una trayectoria bastante fiable en cuanto a ratio intentos/aciertos. Sus buenos movimientos bajo el aro rival y el atrevimiento a la hora de encarar a las zagas contrarias en la pintura le permiten fajarse y anotar con cierta facilidad cuando se lo propone. Sus números, en 164 partidos, dejan un acierto en tiros de 2 del 48,2%, para 8 puntos y 6,6 rebotes en 24,3 minutos. En el debe con respecto a Boozer está su menor capacidad de pasar el balón en los cortes de sus compañeros.

Esta valoración creciente y su ascendiente en el roster de los Bulls se comprobó en postemporada, donde la burbuja Boozer acabó por estallar y el cambio de tendencia productiva se manifestó en un Gibson que ocupó los minutos de la verdad mientras el de Duke observaba desde la barrera el buen trabajo de Taj en las series ante Indiana, Atlanta y Miami.

La pasividad y el desatino en el que parece haber caído el juego del 5 de Alaska, a pesar de la sempiterna confianza de directiva, entrenador y grada mantienen a Boozer en el salto inicial. Pero, ¿Hasta cuando aguantará su duelo con su actual suplente? ¿Quizás mientras su contrato de más de 13 millones de dólares lo mantenga en el parqué de la bolsa de Chicago? ¿Hasta que dé el rendimiento por el que fue adquirido?

Desde luego, por intensidad, defensa y prestaciones, Gibson parece haberle ganado la partida y podría optar a una OPA, si el responsable del banco de los Bulls, Tom Thibodeau, deja de jugar en el mercado de riesgo y opta por la seguridad de un rendimiento sin concesiones.

Escrito por P.Durán. Podéis seguirlo en Twitter: @kdtbueu

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